Deja a mi Pueblo Ir
Pastor Wayne Cordeiro
Habrá gente que se irá de tu ministerio. Sé que eso puede ser una sorpresa. ¡Pero es verdad! Habrá gente que se irá de tu iglesia. Y si tú, picarón, maniobras para que ellos se queden, luego será tu propia culpa cuando tengas que limpiar el desorden. Tengo un pequeño dicho que reza así: “Los que se supone que se vayan no se pueden quedar, y los que se supone que se queden, no se pueden ir.”
El tomar las cosas personalmente hará que un líder se vuelva posesivo y territorial. Se enoja si siente que alguien pueda estar llevándose a sus discípulos. Una de las mejores maneras de romper esta “maldición” es voluntariamente dar gente a otro ministerios. En New Hope, hacemos eso anualmente. Le damos gente a otras iglesias o separamos cientos para empezar una nueva iglesia.
Han habido pastores que se enojaron cuando empezamos una nueva iglesia unas 15 o 20 millas cercana a ellos. “¿Para qué necesitamos otra iglesia en esta área?” Yo estoy seguro que no todos en ese vecindario son salvos. La razón que yace debajo es, muy a menudo, que tienen miedo que la gente deje una iglesia y se vaya a otra.
Abraham mandó a su siervo a buscar una esposa para su hijo Isaac: de encontrar, de su propio pueblo, una novia para su amo. Todos necesitamos aprender a ser como el siervo de Isaac. Y en esta historia encontramos un principio conmovedor que nos haría bien guardar. Mira cómo manejó él aquella situación.
Gen. 24:2 y 4 y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba todo lo que tenía “…sino que irás a mi tierra, y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac.
Abraham estaba enviando a su criado para buscar una esposa. Esta mujer no sería la esposa del criado, ni la esposa de Abraham, sino la esposa del hijo de Abraham, Isaac.
Gen. 24:37 y 38 Y mi amo me hizo jurar, diciendo: No tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, en cuya tierra habito; sino que irás a la casa de mi padre y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo.
El criado salió en su viaje llevando consigo todo lo necesario para cortejar una mujer. Se subió a un camello y fue al desierto, donde encuentra una mujer llamada Rebeca. Ella sale y le da agua a los camellos y él se da cuenta de que ésta es la mujer para su amo, Isaac.
Gen. 24:10, 12 y 22 Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en su camino, llegó a la Mesopotamia, a la ciudad de Nacor… Y dijo, “Oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham… Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba medio ciclo, y dos brazaletes que pesaban diez.
Ahora, recuerda, no solo encuentra él a Rebeca; él la corteja por su amo. Él luego la lleva en un largo viaje por el desierto. ¿Cuántos días? No sabemos. ¿Cuántas semanas? No sabemos. Lo que sabemos es esto: que él protegió y cuidó de esta mujer por el desierto.
Gen. 24:53, 59 & 61 Y sacó el criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca; también dio cosas preciosas a su hermano y a su madre . . .Entonces dejaron ir a rebeca su hermana, y a su nodriza, y al criado de Abraham y a sus hombres… Entonces se levantó Rebeca y sus doncellas, y montaron en los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tomó a Rebeca, y se fue.
La Biblia dice, que cuando ellos volvieron a donde estaba Isaac, ella pregunta, “¿Quién es ese hombre?” El criado responde, “Ese es mi amo, y el tuyo.” Ella descendió de su camello, fue y se convirtió en su esposa.
Gen. 24:64, 65 y 67 Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac y descendió del camello; porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón, que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó.
Ahora, el criado podría haber dicho, “Momentito, momentito . . . Yo la encontré. Yo la cortejé. Yo soy el que la trajo de aquella tierra lejana. Yo soy el que la trajo a través del desierto. Yo soy el que la protegió. Ahora, vamos, quizás mejor debiera ser mi esposa.”
De haber hecho eso, ¡probablemente habría sido ejecutado!
Ahora, ¿cómo se aplica todo eso a nosotros? La iglesia no es nuestra novia. La iglesia es llamada la novia de Cristo. No queremos enamorarnos de la novia de otro hombre y pensar que ella nos pertenece. Debemos estar dispuestos a dejar que esta novia florezca por el bien del Esposo. No podemos “enamorarnos” de la novia de otro hombre. Somos como el criado de Isaac; administradores hasta que ella encuentre a su Amo. Y luego regocijarnos, ¡no en retenerla, sino en dejarla ir!